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  • Foto del escritorEl blog de Luisa Chico


Desperté antes de lo habitual. Cansada de dar vueltas en la cama abandoné la idea de volver a dormirme y me levanté para poner la cafetera al fuego. Abrí la ventana de la terraza y eché una ojeada al mundo exterior. La mañana había amanecido demasiada fresca para el mes de junio; claro que ahora nada era normal en el clima. Las nubes cubrían de gris el cielo. El canto de los pájaros me llegaba desde los árboles de la avenida cercana. Por allí pasaba algún coche ya, seguramente camino del trabajo. El mundo se ponía en marcha.

El aroma del café recién hecho me devolvió a la cocina. Decidí que hoy me lo tomaría en la terraza de cara a un mundo que volvía a la rutina “normal” después de meses de aislamiento. Con la taza y dos galletas en la mano volví a la ventana. A lo lejos, el cielo comenzaba a teñir de rojo el horizonte. Magec intentaba abrirse paso entre las nubes y, junto al movimiento de transeúntes mañaneros, la vida iba tomando color.

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  • Foto del escritorEl blog de Luisa Chico

Cada año que pasa me acerca un poquito más a ti.

Siento tus vibraciones cercanas y tu amor, envolvente, arropar mi día a día sin importar los planos en que cada una de nosotras se mueve en esta primavera extraña que me ha tocado vivir.

Siempre estás en mi mente y en mi corazón, querida madre, pero el primer domingo de mayo ocupas cada pensamiento, cada latido, y siento tu halo protector inundándolo todo.

Gracias por haberme dado la vida. Te quiero mamá.

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  • Foto del escritorEl blog de Luisa Chico

Han pasado los años y aún siento el revoloteo del lino y la lana enredándose en mis piernas. La respiración agitada por los saltos y las vueltas. La música que impulsaba esos movimientos y el aplauso que premiaba el trabajo bien hecho.

Cientos de horas de ensayos y otras tantas de escenario que dejaban mi alma henchida de emociones y orgullo, con esa sensación de que hacía algo más que bailar, porque, de alguna forma, estaba transmitiendo al mundo la identidad de un pueblo, y sintiendo el latido de mis antepasados correr por mis venas en cada movimiento.

Hoy 29 de abril se celebra en todo el mundo el Día de la danza, y mi alma de bailadora revive un año más para unirse a la conmemoración de este día impregnándome de la nostalgia de un pasado feliz, mientras vivo un presente en reposo, y presiento un futuro en el que ya solo podré sentarme a escuchar los sonidos que un día movieron mis pies.

No lo escribo con tristeza, he dejado mi legado sobre los escenarios en las centenas de alumnos que a día de hoy siguen transmitiendo al mundo nuestros bailes tradicionales canarios. Hoy quiero aplaudirles a ellos y darles las gracias porque un día confiaran en mi persona para enseñarles, no solo las danzas, sino a amar lo que hacen. En cada uno de ellos pervive mi esencia y eso ya es todo un privilegio para mi.

¡Feliz día de la danza compañeros bailadores!

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