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  • Foto del escritorEl blog de Luisa Chico

Me acerqué a la ventana a correr las cortinas para que el sol de la mañana no me despertase muy pronto. Esa noche quería dormir por largo tiempo; cuanto más tarde me despertase, más tardaría en tener que asumir de nuevo mi realidad.

Este 14 de febrero, que estaba por extinguirse cuando me puse el pijama y destapé la cama, estaba siendo especialmente duro.

Sin querer pensar en mi vida miré afuera. Las luces de la avenida titilaban bajo la suave lluvia que empapaba las plantas de los jardines, y a algún transeúnte rezagado que corría bajo ella buscando resguardarse en cualquier portal abierto.

Mis ojos pasearon por un paisaje no especialmente bello, pero que la creciente oscuridad contribuía a ocultar. A lo lejos pasó raudo el tranvía y por un momento pensé en cuantas historias de amor habría transportado aquel día. Sacudí la cabeza alejando aquel pensamiento y centrándome en el de que aquel febrero sería el último que pudiese contemplar ese entorno tan poco agradable. Al alejarse el tranvía, la avenida volvió a su siniestra semi penumbra con los árboles sacudiéndose las gotas de lluvia ayudados por el sempiterno Alisio.

Ya no se veía a nadie en la calle. Por asociación de ideas imaginé a los habitantes de las casas colindantes haciendo el amor en aquella medianoche tan especial… Cerré los ojos y alcé la vista buscando a la luna, deseando que ella enviara mis pensamientos lejos, muy lejos.

No la encontré, tampoco es que yo fuese muy ducha en fases lunares. “Igual es que está en reposo”, pensé. P ero en el firmamento me esperaba otra sorpresa, a pesar de que la lluvia había parado y las nubes desaparecido, solo alcancé a ver una estrella.

De pronto creí saber lo que ocurría, con cada “te quiero” pronunciado aquel día, se había apagado una para dar intimidad a los amantes. Era evidente que la única que permanecía titilando en el cielo era la mía.

Una lágrima se deslizó por mis mejillas haciendo competencia a las que acariciaban el cristal de mi ventana.

Arropada por la tristeza me deslicé bajo las sábanas frías de aquel invierno eterno.

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  • Foto del escritorEl blog de Luisa Chico

Llega el día de tu cumpleaños. Cada vez cuesta más cargar la mochila donde van guardadas nuestras vivencias, pero tú sigues ahí, cargando con ella muy a gusto, feliz de todo lo que has hecho en tiempos que, hoy, ya son pasados, aunque lo que recuerdas haya ocurrido ayer.


Al filo de la noche entras en las redes sociales sabiendo que allí te esperan muchas felicitaciones, los bueno deseos que te transmiten propios y extraños a los que Facebook les ha recordado que hoy has completado una nueva vuelta al sol

Muestras tu agradecimiento a todos los que han dedicado un minuto precioso de vida en felicitarte.

Y de pronto… caes en la cuenta de que tienes muchos EX: ex amores, ex amigos, ex vecinos, ex parejas de baile, ex alumnos, ex colegas de letras, ex compañeros de trabajo, ex camaradas de radio, ex cómplices de vida…


Reflexionas y caes en la cuenta de que es lo normal, acabas de cumplir muchos años, has vivido mucho y cada vuelta del sol ha traído nuevas personas a tu vida que se mantuvieron ahí por un tiempo para luego seguir su camino.


Pero lo más hermoso es que cuando Facebook les avisa de tu cumple se toman un momento para felicitarte de corazón y eso… no tiene precio. Al menos has dejado huella en sus vidas.


Luego están los otros, los “amigos” del Facebook, esas personas que quizá ni conozcas personalmente pero con la que tienes alguna relación virtual por intereses afines, y su felicitación también te alegra.


Y para cerrar el círculo están las felicitaciones de personas que no sabes quienes son ni en qué momento entraron a formar parte de tus contactos facebucianos pero que hoy también se han molestado en felicitarte.


Tanta lluvia de buenos deseos y parabienes algo mágico aporta a tu vida. Así es fácil iniciar la vuelta 68 al sol.


Mil gracias a todos y ojalá no haya olvidado mandar mi agradecimiento a alguien.

Gracias por estar ahí y por acompañar mis pequeñas locuras.



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  • Foto del escritorEl blog de Luisa Chico

(Foto de Luisa Chico - Las Teresitas al amanecer)


Quiero volver al mar.

Acercarme despacio

retardando el momento de sentirlo rodear mi cuerpo

temblando de ansiedad y deleite anticipado.


Dejar que la arena acaricie mis pies.

Que las olas susurrantes se deslicen murientes en torno a mis tobillos.

Que el olor a salitre me devuelva los tiempos felices

en que las risas y el alborozo

ponían alas a mis pies, ansiosos de placer y vida,

obviando por completo la tristeza.


Sol, arena y mar…

No dejaré que la nostalgia vuelva a distanciarnos.

Volveré y nada podrá impedirlo.

En mi mente aún revolotean sus palabras:

"El mar lo cura todo".

Espero que pueda sanar también su recuerdo.


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