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  • Foto del escritorEl blog de Luisa Chico

Una nueva vuelta al mundo



Inicio el día con paso lento… los años no perdonan y a veces cuesta saltar de la cama.

Los ojos inflamados, quizá conteniendo las lágrimas que anoche no quise verter.

Algún dolorcillo aquí y allá me recuerda la frase de una amiga que decía que ella no estaba vieja sino crujiente.

Hay días en que mi espalda se niega a ponerse derecha y mis hombros se vienen hacia adelante como si cargaran todo el peso del mundo sobre su debilidad.

Pero el sol se empeña en salir un día tras otro desde ese horizonte del este frente al que vivo. Y yo salto de la cama porque no queda otra.

Sin prisas, me voy al baño y refresco esos ojos que ya han visto demasiados cambios, por un momento me detengo a mirarme en el espejo mientras seco mi rostro. Están tristes, ahora pocas veces los veo chispear ilusionados.

Pongo rumbo a la cocina en busca de un desayuno que no me gusta, pero que es el que debo tomar si no quiero agravar, aún más, mis achaques. Por supuesto también hago uso de mi dosis diaria de pastillas, esas que me permiten ir recomponiendo mi día con el paso de las horas.

Trato de enderezar mi espalda mientras abro el balcón con la taza humeante en mis manos. Leche de avena, ¡puaggggg! Atrás quedó la sabrosa leche “de verdad” que ahora tanto daño me hace.

Me gusta empezar el día sentada allí, mirando la parte del valle que se divisa desde mi casa, naturaleza y campo de la que disfruto entre sorbo y sorbo.

De vez en cuando me llega atenuado el sonido de algún coche que transita raudo por la autopista, tal vez ocupado por gente que parte rumbo a sus trabajos, y pienso: “No puedo quejarme, al menos yo puedo iniciar el día sin agobios y disfrutando la mañana a mi ritmo”.

Sonrío y, dando el último sorbo a mi taza, la dejo sobre la mesita para coger el libro del que estoy disfrutando en estos momentos.

Acaba de comenzar una nueva vuelta al mundo.

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