Miro al horizonte envuelto en bruma
gris, inerte, distante…
Y a lo lejos se enciende una luz azul.
Me llama desde la distancia y no la escucho,
mi radar hace tiempo que se detuvo,
velos de añoranzas y nostalgias lo inundan todo.
El azul del agua baña mis ateridos pies.
El azul del mar, este frÃo mar,
es lo único que me abraza.
Y allá lejos, envuelta en la calima
sigue parpadeando la luz azul,
persistente, estoica, expectante, viva.
Yo sigo sin verla.
Cada dÃa nado serena, aislada,
entre grises que no dicen nada.
Ni un pálpito de luz en mi interior,
ni un latido… nada.
Solo el azul del mar y su cobijo indiferente.
De pronto, la bruma se disipa por un instante,
es como si el Alisio
quisiera descorrer el velo que me envuelve
desde hace tanto tiempo.
La luz se acerca, se hace voz y mirada.
Un faro azul me observa y sonrÃe.
Y no siento miedo
por primera vez desde hace mucho.
ConfÃo y tiendo mis brazos hacia el faro azul.
Me dejo guiar por su estela de luz
buscando el norte que perdà un dÃa,
sin importar los riesgos que deba correr,
las olas que deba cabalgar,
los campos que deba atravesar,
El futuro, es hoy.
Cierro los ojos y sonrió.
©Luisa Chico