Comienza no solo un nuevo año, sino una nueva etapa de vida. Ahora toca materializar nuevos proyectos, consolidar los activos, buscar nuevas ilusiones, nuevos rumbos, en definitiva… toca volar.
No despido el 2020 con dolor y rabia (aunque motivos no faltarían para hacerlo así), lo despido con agradecimiento. Él y sus circunstancias me hicieron frenar para luego ralentizar mi transitar por la vida. Dispuse del tiempo necesario para analizar, decidir, planificar y echar a andar mi nuevo rumbo. Y por ello le doy las gracias.
Atrás quedaron días de incertidumbres y miedos, pero también días de ilusiones y proyectos, algunos de los cuales se han hecho ya realidad.
La vida se compone de etapas, unas mejores que otras, pero todas enriquecedoras cuando sabes buscar lo positivo a cada minuto de tu vida.
Inicio una etapa centrada en mí, en lo que me gusta, en lo que me apasiona, en lo que me hace feliz. Y han vuelto los sueños, los paseos, la lectura, la música, el baile, la fotografía, la restauración y la pintura para unirse a mi trabajo literario.
Se acabó el planificar para momentos más propicios, ahora toca… VIVIR.
